El eslogan “Sangre y suelo”, temible y evocador, encapsula la relación simbiótica entre una tierra y sus habitantes: la capacidad de la tierra para definir a su gente y la influencia de la gente en la configuración de su entorno. Richard Walther Darré, un Obergruppenführer de las SS, surgió como el principal defensor de la ideología de “sangre y suelo” en la Alemania nazi, cuando se desempeñó como Ministro de Alimentación y Agricultura del Reich. Su libro, Una nueva nobleza de sangre y tierra, ganó una gran popularidad en el Tercer Reich, impulsando los movimientos rurales y agrícolas. Esta obra influyó significativamente en Hitler y sentó las bases para la ideología nacionalsocialista.
La doctrina articulada en la obra de Darré postula que la verdadera élite de Alemania, la nobleza arraigada en “sangre y tierra”, representaba el último bastión contra la élite capitalista explotadora y la vieja aristocracia decadente. Defiende al campesino trabajador, atado a su tierra natal sin riquezas que le permitan renunciar a sus responsabilidades ni vínculos internacionales que lo desarraiguen, como el epítome de la fidelidad nacional. Para este campesino, la patria es primordial y su trabajo es la base sobre la que se construye la nación. De estos individuos, argumentaba Darré, debe surgir una nueva nobleza para abordar los desafíos del mundo moderno: la degradación ambiental, la disminución de las tasas de natalidad y el estilo de vida urbano alienante.
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