Apocalipsis 1945: La destrucción de Dresde se publicó por primera vez el 30 de abril de 1963. A las 10 de la noche del 13 al 14 de febrero de 1945, el bombardero maestro transmitió la críptica orden: "Controlador a la Fuerza Plate-Rack: entren y bombardeen el resplandor de los TI rojos como estaba planeado". El infame ataque de la RAF a Dresde había comenzado. La ciudad objetivo era una de las más grandes de Alemania, pero tenía poco valor militar o industrial. Era un centro para evacuar a los militares heridos, y las escuelas, restaurantes y edificios públicos se habían convertido en hospitales.
Las autoridades esperaban que esta ciudad, a menudo comparada con Florencia por su elegante estilo barroco, se salvara. En 1945, ya estaba muy arraigada la leyenda de que Dresde nunca sería bombardeada. No sucedió.
En febrero de 1945, cuando los directores políticos y militares de la guerra se reunieron en Yalta, en Crimea, El señor Winston Churchill Necesitaba con urgencia mostrar su fuerza ofensiva y su voluntad de ayudar a los rusos en su avance hacia el oeste. A sólo siete millas detrás del frente oriental, Dresde se convirtió en víctima del deseo de Churchill de dar un espectacular "golpe demoledor". Al final, este ataque aéreo, el más aplastante de la guerra, no se produjo hasta que terminó la conferencia de Yalta.

La ciudad estaba indefensa, incluso la fuerza de cazas nocturnos local de la Luftwaffe estaba en tierra. No había refugios antiaéreos adecuados. Dresde albergaba a cientos de miles de refugiados de Silesia, Prusia Oriental y Alemania Occidental, además de su población de 630.000 habitantes. Hasta cien mil personas, tal vez más, murieron en dos o tres horas, quemadas vivas esa noche. Sin embargo, hasta que apareció la primera edición de este libro en 1963, el ataque apenas figuraba en las historias de guerra de los Aliados. Se había corrido un velo sobre esta tragedia.
Herido por la repulsión extranjera ante esta nueva masacre del día de San Valentín, el primer ministro británico –que la había ordenado– escribió un informe furioso a su jefe de Estado Mayor, incluso antes de que terminara la guerra, en el que decía con voz ronca que «la destrucción de Dresde sigue siendo un serio problema para la conducta de los bombardeos aliados». El subtítulo está tomado de este informe notablemente olvidadizo. Por primera vez se cuenta la historia completa, sin omitir nada, de los antecedentes históricos de este golpe cruel y de sus inesperadas consecuencias políticas.
320 páginas – Tapa dura
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